El
escenario es pequeño como todo espacio que hay en Japón. Las luces se encienden
y la chica, llamada a sí misma Idol,
sale para deleitar al público cantando y bailando. No importa que no cantante
bien, ni que tampoco sepa bailar. A ella tampoco le importa que su público
apenas sea de veinte o treinta personas, ni que muchos de ellos tengan cuarenta
o cincuenta años.
En
Japón existe un fenómeno cultural llamado las Idols (aidoru), chicas que se dedican a cantar. Muchas de
ellas comienzan su carrera trabajando en los meido kissa o meido cafe,
cafeterías que se encuentran en el barrio de Akihabara, en Tokio, el paraíso de
los otakus. Al decir que las Idols es
un fenómeno cultural es porque en realidad lo es, podría decirse que casi es
una religión. Hay una película en Netflix, llamada Tokio Idols, un documental producido por la BBC donde se habla
sobre ello. La figura central es Rio Hiigari, una chica de 19 años que
busca ser una idol de verdad. Lo
primero que llama la atención es la presencia de sus fans. El más importante es
Koji Yoshida, un hombre de 43 años, vendedor de artículos electrónicos.
Koji
había reunido dinero cuando joven para casarse, pero las cosas no salieron
bien. Luego, su vida cambió cuando conoció a Rio Hiiragi. Ahora gasta casi todo
lo que gana en ella. No importa el lugar donde ella cante, Koji invertirá lo
que tiene para estar en todos los conciertos de Rio.
También aparece otro hombre llamado Mitacchi, transportista, fan del grupo P.IDL. En dicho grupo, hay una idol llamada Yuka, de 22 años. El señor Mitacchi tiene alrededor de cincuenta años. Antes visitaba a sus padres varias veces por semana, pero dejó de verlos cuando conoció a Yuka. “A mí me gustó que una chica, por la que estoy obsesionado, me preguntara cómo me llamo. Una mujer que me gusta preguntando mi nombre. Estaba entusiasmado”, dice el señor mientras pinta el nombre de P.IDL sobre gorras usando una plantilla y barniz de uñas con diamantina, como si se tratara de un adolescente. “Claro que estaba saliendo con una chica -dice Mitacchi-, pero la dejé cuando conocí a Yuka. Si ella dice que no soy su fan número uno, será un golpe duro para mí.”
En Japón hay unas 100,000 adolescentes llamadas a sí mismo idols. Todas generan un ingreso a través de sus fans. Ellos compran revistas, posters, y compran más de una vez su disco porque eso les da derecho a tomarse una foto con ellas. Después de cada show, siempre hay un encuentro con los fans. Las idols saben el nombre de todos ellos. No distinguen a ricos de pobres, a todos los tratan por igual. Los fans tienen derecho de hablar con ellas y estrecharles la mano. En Japón no existe la cultura de tocarse en público, aunque eso está cambiando poco a poco. Para ellos, el tocar la mano puede ser lo más parecido a un acercamiento sexual.
Los hombres japoneses no se atreven a tomar la mano a una mujer, dice una socióloga. Creen que deben ser aceptados y amados sin hacer ningún esfuerzo. Tal vez por eso prefieren a las idols. No quiere buscar una novia porque dicen que es demasiado trabajo. Quieren ser libres. Odian estar atados. Muchos hombres hacen donaciones a las idols para no sentirse mal por no casarse.
“Siempre
he llevado una vida fácil y mediocre -dice Koji-. Sólo quería a alguien con
quien hablar. Nunca me apasioné tanto por algo en mi vida. A veces me encuentro a amigos de mi edad en la
calle. Todos vestidos de traje. Es un poco embarazoso cuando me ven
usando la playera de fan de Rio. Hago cosas que ellos no harían. Nunca pensé
que estaría en un concierto de una idol,
moviéndome como lo hago. Al verme la primera vez, pensé, ya soy un otaku.
Gasto todo mi dinero en idols. He gastado
tanto que podría haberme comprado un departamento.”
“En
verdad, hay una cierta tristeza cuando buscamos la felicidad -dice Koji-. Mi vida
estaba totalmente desprovista de emociones. Por eso admiro a Rio, porque ella
es una chica que trabaja duro. Tal vez ella está logrando lo que yo no hice.”
En
su cumpleaños 21, Rio Hiiragi da un concierto en un salón más o menos grande.
Los fans de Rio compraron un pastel para festejarla. El momento
conmueve a Rio y canta una canción de amor, donde la letra dice: “Tú eres mi
elegido”. Los fans se quedan extasiados, mirándola, sin poder evitar las lágrimas, como si cada uno quiesera ser ese elegido. “No siempre
puedes ver tanta alegría y liberación -dice Koji en aquel concierto-. Si no
fuera por esto, estaría solo para siempre. Soltero y solo. Cuando volteé y miré
la cara de todos, se veían felices, y desesperados al mismo tiempo.”
“Esto
no es una moda pasajera. Es una religión.”
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