En el pueblo de Santiago Laberinto es muy fácil perderse entre sus calles. Visto desde el cielo, la avenida principal tiene forma de espiral la cual termina en el centro, a un lado de la iglesia dedicada al santo. En el otro extremo de la calle, cerca del anuncio que da la bienvenida al pueblo, estaba una casa hecha con pedazos de madera muy diferente de las demás; en el dintel, había un letrero con las palabras: El verdadero Templo de Santiago...
La casa de Mildred no debería destacarse del resto de las demás. Cierto que era la más bonita de la calle, la más elegante y la única de tres pisos. A un lado de la antena satelital destacaba una pequeña figura de un dragón dorado al lado de un santo. No era de extrañar siendo una familia mitad japonesa mitad mexicana. Sólo una cosa me desconcertaba siempre que la iba a visitar: la niña del kimono rosa que me sonreía detrás de la ventana del segundo piso: Mildred es hija única...
Los empecé pero no quise terminarlos porque creo que las historias como la vida no deberían tener fin.
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