asilo, asilo

asilo, asilo
ESCRIBO POR VENGANZA. ESCRIBO PARA LIBERARME. ESCRIBO PARA DESECHAR LO QUE ME HACE DAÑO. ESCRIBO PARA PENSAR QUE SOY OTRA PERSONA. ESCRIBO POR AMOR. ESCRIBO PARA SOPORTAR LA VIDA.

El verdadero Ace

El verdadero Ace
Un día, las hadas, malévolas y traviesas, hicieron una apuesta con los hombres. Dijeron que si lograban crear historias mejores que la vida de ellas, se transformarían en horribles insectos; de lo contrario, ellos desaparecerían de la faz de la Tierra.

Hoy en día, los hombres siguen deambulando por las calles; mientras en los bosques, millones de mariposas revolotean entre los árboles.

Las hadas cumplieron a medias.


Mario Ramírez Monroy


martes, 7 de mayo de 2013

Nadie supo ni quiere saber

En una escena del documental Bowling for Columbine, Michael More entrevistó a tres adolescentes en una ciudad de Canadá, uno de ellos era una chica punk de pelo verde. More les preguntó qué pasaría si, por alguna razón, cerraran todas las escuelas del país. La punk, tranquilamente, contestó: “No me importaría. Tengo libros. Puedo estudiar en casa”.


Hace pocos días, un amigo me mandó una noticia por Facebook donde habla de la reacción de los fanáticos de Justin Bieber, quienes se enfurecieron al saber que, en un concurso, su ídolo no recibió el premio como mejor artista canadiense del año, sino quien lo ganó fue un tal Leonard Cohen.

Cuando era adolescente, a muchos de mis amigos y a mí nos gustaba saber sobre los grupos de rock de los setenta y sesenta. Me gustaba cuando por televisión pasaban algún documental sobre The Who, Janis Joplin, Jimi Hendrix, The Rolling Stones y demás grupos y cantantes que comenzábamos a escuchar. Nos encantaba saber sobre la trayectoria de tal cantante o tal músico para tener más conocimiento de ellos. Sin contar que leíamos todos los artículos disponibles en revistas y fanzines de la época. Es decir, nos gustaba escarbar sobre la historia del rock, porque los considerábamos nuestros ídolos, nuestros maestros.

Muchas veces hemos tenido referencia sobre la sociedad canadiense, de su calidad educativa, de que tiene un buen porcentaje de lectores y de la tranquilidad que se disfruta en sus calles. La reacción de los fanáticos de Bieber, quienes incluso en Twitter subieron textos como “¿Quién carajos es Leonard Cohen?” o “¿Yo por qué demonios tengo que saber quién es Leonard Cohen?”, me puso a pensar en muchas cosas.

Espero no decir tonterías (por lo regular, siempre las digo). Tal vez se vale que a ellos no les guste ni les interese Leonard Cohen. Recuerdo que cuando era adolescente sólo me gustaba el rock y no los demás géneros. Sin embargo, creo que ninguno de mis amigos ni yo jamás habríamos atacado a un artista como David Bowie. A pesar de que en aquella época su música no nos gustaba, sabíamos quién era, y por supuesto mostrábamos nuestro absoluto respeto.

En muchas partes del mundo, como es sabido, hay pocos lectores. No quiero pensar (de nuevo les recuerdo que siempre me equivoco y cometo estupideces) que muchos de los adolescentes canadienses ya no les guste leer o investigar por estar pegados en la computadora. Claro, el internet es la mejor herramienta que jamás hayamos tenido; ahora, muchísimo conocimiento está en nuestras manos. Pero también tienen la opción de sólo entrar en lugares como los clubes de Bieber y las redes sociales, sin nunca acceder a ningún sitió llamémosle cultural o de información.

Tampoco para nada estoy estigmatizando las redes sociales, al contrario. Se ha demostrado que es una estupenda herramienta. Pero, repito, probablemente a muchas personas sólo les gusta distraerse y nada más. Reitero, no quiero decir una estupidez, pero, ¿no podría pasar que a estos adolescentes la computadora los aleje de la lectura y todo lo demás, a pesar de que se la pasan mal escribiendo?

En verdad espero estar (como siempre) equivocado. También hay que pensar que, incluso, en los países con un alto índice de lectores, el porcentaje es de aproximadamente el 30%, tal vez menos, no es un 90% como creen muchos. Tal vez los adolescentes que subieron tan lamentables tuiters estén dentro del porcentaje que nunca lee y, por lo tanto, Canadá siga teniendo la misma calidad cultural. Es más: tampoco estamos seguros de que todos los tuiters sean de canadienses; a lo mejor la mayoría son de gringos o de otro país, así sería más comprensible.

Quisiera pensar que sólo los no lectores fueron quienes expresaron su enfado, porque, por lo regular, las personas de más cultura prefieren permanecer en silencio.



De todas maneras, hay cosas peores, como la deformada y melosa versión del Aleluya de Cohen en voces de Il Divo. Toda una profanación.