
Las runas no dejaban de girar en el tablero al mismo tiempo que la chica de morado jugueteaba con su pañoleta. Nadie acepta su vida tan fácilmente sin buscar alguna opción que dé, por lo menos, algún pequeño indicio que ayude a mejorarla. Si fuera por nosotros, la rescribiríamos desde el principio desechando todos nuestros errores y dejando sólo los aciertos que, en casi la totalidad de las veces, descubrimos años después por no decir demasiado tarde.
La última runa dejó de girar y la chica de morado continuaba jugueteando con su pañoleta.
-Llegaste demasiado tarde. Si me hubieras consultados años atrás...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario