asilo, asilo

asilo, asilo
ESCRIBO POR VENGANZA. ESCRIBO PARA LIBERARME. ESCRIBO PARA DESECHAR LO QUE ME HACE DAÑO. ESCRIBO PARA PENSAR QUE SOY OTRA PERSONA. ESCRIBO POR AMOR. ESCRIBO PARA SOPORTAR LA VIDA.

El verdadero Ace

El verdadero Ace
Un día, las hadas, malévolas y traviesas, hicieron una apuesta con los hombres. Dijeron que si lograban crear historias mejores que la vida de ellas, se transformarían en horribles insectos; de lo contrario, ellos desaparecerían de la faz de la Tierra.

Hoy en día, los hombres siguen deambulando por las calles; mientras en los bosques, millones de mariposas revolotean entre los árboles.

Las hadas cumplieron a medias.


Mario Ramírez Monroy


domingo, 19 de abril de 2009

El regreso de una tradición perdida

Así como la magdalena remojada en el té sirvió de semilla de creación a Marcel Proust para escribir En busca del tiempo perdido, y al igual que el delicioso sabor del ratatouille hizo al crítico Ego evocar con alegría y nostalgia su pasada infancia, al Gran Arkham también le pasó lo mismo al probar de nuevo unas ricas relledonas.

Hace aproximadamente veinte años, dejaron de producirlas. Yo las volví a probar con mis reservas ya que antes las elaboraba Wonder, y ahora es Bimbo la marca que resucitó esta bella tradición. Siempre he preferido el sabor de Wonder, pero no me desepcioné. Por fortuna, la mermelada de fresa sigue sabiendo igua, y eso es lo que les daba aquel sabor tan característico.

Lo primero que recordé -y eso me dio risa, y por eso quise escribir esta entrada- fue un día que estaba en casa de mi hermano y su esposa mirando en la televisión un programa especial de Kuman, en 1984. Mientras mirábamos la pantalla, mi cuñada nos trajo un montón de paquetitos de relledonas. Juar, juar. Bueno, recuerden que de niño fui fanático de Kuman y Cristal y Acero.

Pues, así las cosas, Kuman y la mermelada de la relledona perdida. No sólo recordé las canciones y la parafernalia de aquel musical, sino muchas cosas más que ocurrieron por aquella época, donde uno pensaba que todas las cosas deseadas se iban a realizar. La ingenuidad de la infancia tiene sus ventajas. En fin, esperemos que la empresa del osito con sombrero mantenga la misma calidad por mucho tiempo. Cómprense unas y lléguenles.

2 comentarios:

MARY dijo...

Yo, cada vez que mi madre trae Chocolate blanco del de Milkibar me pongo así... Está tan rico y yo de más peque lo comía después de cada comida.
Saludos y qué nostalgia!!!

El Pipiripau (ikoon) dijo...

Yeah! qué chido! a mí me pasó algo similar recientemente con las Pizzerolas que volvieron a salir en sus misma bolsa y redondas...

Saludos!