asilo, asilo

asilo, asilo
ESCRIBO POR VENGANZA. ESCRIBO PARA LIBERARME. ESCRIBO PARA DESECHAR LO QUE ME HACE DAÑO. ESCRIBO PARA PENSAR QUE SOY OTRA PERSONA. ESCRIBO POR AMOR. ESCRIBO PARA SOPORTAR LA VIDA.

El verdadero Ace

El verdadero Ace
Un día, las hadas, malévolas y traviesas, hicieron una apuesta con los hombres. Dijeron que si lograban crear historias mejores que la vida de ellas, se transformarían en horribles insectos; de lo contrario, ellos desaparecerían de la faz de la Tierra.

Hoy en día, los hombres siguen deambulando por las calles; mientras en los bosques, millones de mariposas revolotean entre los árboles.

Las hadas cumplieron a medias.


Mario Ramírez Monroy


sábado, 1 de noviembre de 2008

Y el sacerdote bendijo a las almas


Las puertas que separan la vida y la muerte se abrieron para que las almas de los muertos caminaran por una noche.


Aunque estas no son las puertas del infierno, sino del escenario de Testament, el grupo que abrió el concierto de Judas Priest.


Nunca escuché mucho a Testament, tan sólo tuve un disco, The New Order. Pero eso no me importó porque el grupo hizo vibrar a todo el palacio con su poderoso metal, haciéndonos mover la cabeza. Testament continúa siendo una banda grandiosa. Y más gradiosas fueron las últimas palabras de su vocalista, Chuck Billy: "Heavy Metal is forever". Esto tan sólo era el comienzo de una gran noche.

Mientras escuchábamos la música en espera de la salida del sacerdote, hubo dos momentos muy especiales. En primera, cuando sonaron los acordes de "Black Night", todo el palacio movía la cabeza y cantaba la letra de tan clásica rola. Y el otro fue cuando, por las bocinas, se escuchó "War Pigs"; ese momento fue memorable porque, en la famosa figura de guitarra, todos empezamos a corearla, igual que la versión de Ronnie James Dio. Con esto se confirma la comunión que existe cuando hay una canción en común para todos.

Pero apenas el ritual comenzaba. Las luces se apagaron y el rostro enorme de Nostradamus se asomó, mostrando sus ojos rojos. El sacerdote Judas salía a escenario. Al ver a Travis, Downing, Tipton y Hill, no pude dejar de pensar: "Se agradece que sigan con el pelo largo". Rob Halford, apareciendo de la nada, nos dijo: "I am Nostradamus".

Después de preguntarnos si estábamos preparados para el heavy metal de Judas Priest, la noche continuó. La almas de los muertos que caminaban cerca de seguro se metieron al concierto a escuchar buen metal. Las canciones desfilaron, junto con el movimiento de cabezas y la señal de cuernos. Entre ellas sonaron "Eat Me Alive", "Electric Eye", "Devil´s Child", "Sinner", y canciones de su nueva producción: Nostradamus. Se armó un desmadre cuando le tocó el turno a "Breaking the Law"; el movimiento de cabezas fue general. El sacedote Judas nos estaba echando una fuerte bendición. Por si fuera poco, cerraron el concierto con "Painkiller".

Pero eso no fue todo. Judas Priest regresó. Y para terminarnos de romper toda la madre, tocaron "The Green Manalishi". Carajo. El Gran Arkham estuvo a punto de llorar. De nuevo se despidieron, pero ni crean que se marcharían todavía. Rob Halford salió portando la bandera mexicana, la depositó en su motocicleta, y cantaron "You've Got Ahother Thing Comin'". Caray, esa fue la primera canción que conocí de Judas, cuando yo iba en la primaria.

Por supuesto, como en todos los concierto de todos lo grupos, nos habría gustado que Judas hubiera tocado "Tyrant", "Diamonds and Rust", "Exiter", "Freewheel Burning", y por supuesto "Turbo Lover". Pero no importa por la calidad de noche que pasamos.

Rob Halford besó repetidas veces la bandera mexicana, provocando la mayor catarsis de todo el concierto. Judas Priest is back.

Fue una noche muy cabrona de metal. Estoy seguro de que las almas de los muertos, antes de regresar al otro mundo, dirán entre ellos y sin temor a equivocarse: "El heavy metal no está muerto". Y lo dirán haciendo la sagrada señal de cuernos.

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