
Ahora que, repito, estoy escuchando por primera vez a Epica, me doy cuenta de que muchas bandas están retomando el sonido ochentero del heavy metal, y más específicamente el de finales de esa década: 1988-1989, cuando se puso de moda el famoso neo-metal, donde se explotaban más las escalas con un sonido más barroco tirándole a Bach y a demás músicos (aunque esa característica me parece que siempre ha estado presente).

Bueno, en concreto con el tema:
¿Qué tan válido es "hacer variaciones sobre el mismo tema" en lugar de buscar nuevas opciones? ¿Es mejor experimentar con sonidos, acordes y compaces en lugar de componer con lo más sencillo y directo? Claro que un gran músico puede arriesgarse y crear maravillas, como Mussorgsky, Otorino Respighi, Debussy o Stravinsky. Sin embargo, muchos no lo logran, y tan sólo les quedan melodías sin sentido, y sólo por querer salirse de la escala mayor o menor tradicional, incluso empleando de más las inflexiones. No se diga cuando tratan de abusar de compases y ritmos amalgamados, tan sólo por buscar -o abusar- de esa experimentación para tratar de crear nuevas atmósferas. Puede que muchas de esos sonidos y atmósferas ya no sean tan compatibles con la naturaleza humana.
A final de cuentas -y esto es algo que yo experimenté en carne propia-, las mejores canciones casi siempre son las más sencillas. No estoy en contra de la buena experimentación: a mí también me encanta. Sin embargo, muchas veces lo sencillo es mejor. Hace pocos meses, en un programa donde hablaban de una convención de música -no recuerdo bien el nombre-, entrevistaron a un músico suramericano, y él dijo que lo bello de la música de todo el mundo es descubrir no tanto las diferencias, sino las semejanzas que existen entre todos los géneros y todas las nacionalidades. Y, yo digo, a final de cuentas, sólo utilizamos doce sonidos en sus diferentes rangos; los ritmos pueden variar, pero son las mismas doce notas.

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