asilo, asilo

asilo, asilo
ESCRIBO POR VENGANZA. ESCRIBO PARA LIBERARME. ESCRIBO PARA DESECHAR LO QUE ME HACE DAÑO. ESCRIBO PARA PENSAR QUE SOY OTRA PERSONA. ESCRIBO POR AMOR. ESCRIBO PARA SOPORTAR LA VIDA.

El verdadero Ace

El verdadero Ace
Un día, las hadas, malévolas y traviesas, hicieron una apuesta con los hombres. Dijeron que si lograban crear historias mejores que la vida de ellas, se transformarían en horribles insectos; de lo contrario, ellos desaparecerían de la faz de la Tierra.

Hoy en día, los hombres siguen deambulando por las calles; mientras en los bosques, millones de mariposas revolotean entre los árboles.

Las hadas cumplieron a medias.


Mario Ramírez Monroy


viernes, 1 de diciembre de 2006

El fin de una era es sólo el principio


Muchas lágrimas púrpuras se han derramado para el final de lo que promete ser un principio. Sin embargo, creo que valió la pena. Nunca imaginé que un sueño recurrente se convertiría en una novela, la cual se ha vuelto mi obsesión y no estaré a gusto hasta verla terminada.

Hace algunos años, Arkham fue una etapa importante de mi vida. Las campanas de la noche se escuchaban sin piedad. Pero ahora, ya no son notas las que predomina en mi mente, sino voces de muchos personajes que quieren salir y ser conocidos. Los escenarios rodeados de instrumentos y amplificadores los cambié por escenarios imaginados.

Yo sé que Arkham fue inventado por H.P. Lovecraft, pero el nombre de mi grupo lo adopté por el Asilo Arkham, la prisión psiquiatra de Cd. Gótica, una prisión para criminales dementes y peligrosos; aunque muchos de ellos se justifican por ser víctimas de las malas jugarretas que la vida les dio: no son malos por que quieran, sino porque el destino se ensañó con ellos. Además, muchos de los habitantes de Arkham pueden ser considerados fenómenos.

Retomar el nombre de Asilo Arkham es una manera de unir mi pasado con mi futuro, como la circularidad que se presenta en muchos textos, incluso en algunos de los míos. Tal vez ya tengamos muchos años como para volver a usar licra, pero esperemos que sigamos siendo jóvenes al empezar un nuevo texto.

Las lágimas púrpuras continuarán, pero ni modo: siempre he tenido la mala costumbre de creer en lo irreal.



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