
Los días deberían ser iguales; ninguno mejor que el otro: así no sentiríamos la distancia que existe entre un gran día de uno terrible. Desde que tengo veinte años, tengo miedo de cumplir más, y poco a poco dejar de ser joven y más adelante hacerme viejo. Todo el tiempo se me olvida que ya no soy un adolescente. La Navidad me llena de nostalgia porque todas son iguales. Lo que más me duele del fin de año es la cercanía del día en que cumplo otro año más. La Navidad vuelve a ser igual. Sólo las lágrimas púrpuras me acompañan. Nunca creí que la soledad pesara tanto.
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